Memorias de un desconcierto

Memorias de un desconcierto

miércoles, 22 de enero de 2014

Trekking

Ella siempre había soñado con hacer un trekking por la zona del Himalaya y ver, aunque fuese recortado muy lejos en el horizonte, el Everest. Sentía fascinación por aquellas tierras cargadas de imágenes arrancadas de revistas de viajes y de documentales de la televisión. Por eso hoy se había decidido y había entrado en una agencia de viajes especializada en rutas de aventura y ahora, sentada en un banco de un parque, sus dedos temblaban de emoción cuando repasaba la información del viaje al que se había apuntado. Era feliz. Se tendría que pasar muchas horas caminando y tendría que aprender a ensillar a alguna bestia, tipo caballo o mula, para vencer distancias cuando estas fuesen excesivas para el andar de una persona. Dormir en tiendas de campaña a 3.000 o 4.000 metros de altura y rogar que el cansancio no fuese excesivo y le permitiera desvelarse y ver el cielo nocturno. Millones de estrellas ante sus ojos. Unas minúsculas gotas le recorrieron las mejillas. Unas lágrimas que se entremezclaron con el polen primaveral y cayeron al suelo en forma de lluvia de colores sobre una lagartija que cruzaba por ahí. Un mendigo dormía en el banco de al lado. Seguramente él también estaría soñando.

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