Memorias de un desconcierto
domingo, 16 de febrero de 2014
La más brillante
Papá solía morirse dos veces al día. La primera en la sesión de tarde, cuando los pocos espectadores que habían ido comenzaban a sudar de una manera copiosa en la plaza del pueblo, transformada en platea. La segunda en la de la noche. Esa era muerte acompañada de ronquidos y sonidos de grillos. Era el momento final y a falta de telón, papá aguantaba un rato en el suelo hasta que, como un acto milagroso, se levantaba y saludaba. Así fue durante años; de pueblo en pueblo. Pero su función más brillante la hizo en el anonimato, como cuando ensayaba, y aquí, en el cementerio, le aplaudimos.
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Un texto tan corto que te puede trasladar a momentos y recuerdos lejanos.
ResponderEliminarLo envié a un concurso de microrrelatos. No pasó a la fase final pero siempre me he sentido muy contento de él. Gracias por tus letras.
EliminarBrillante y sin embargo tan corto! Chapeau!
ResponderEliminarNo quiero repetirme contigo Rosa. Eres una buena amiga bloggera y espero seguir encontrando la forma de que mis relatos te agraden y sorprendan.
EliminarEstupendo microrrelato. Me ha gustado mucho. Besos.
ResponderEliminarHola María. En la emisora de radio Cadena Ser, en el programa que hacían por la mañana, ahora lo hacen por la tarde, había un día a la semana donde dedicaban un pequeño tiempo a un concurso de microrrelatos. Allí envié este. No pasó la criba pero creo que sí, que es un buen microrrelato.
EliminarEstupendo este relato breve. Sorprendente y convincente. Besos, Daniel.
ResponderEliminarMayte. Gracias por tu apoyo y tus palabras.
EliminarDaniel, una joyita tu relato. Felicidades.
ResponderEliminarMuchas gracias Ovidio. Un saludo.
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