Memorias de un desconcierto

Memorias de un desconcierto

lunes, 13 de enero de 2014

La viuda Aitana Sánchez

Cuando la viuda Aitana Sánchez salió de la farmacia con el Predicto ya sabía de antemano que estaba embarazada. Es por eso que al llegar a su domicilio no fue al lavabo a comprobarlo. Lo dejó en la entrada de la cocina, junto con el cesto de la compra donde había una hermosa calabaza y un puñado de peces que el pescador Juan Mata le había regalado como casi todos los días. Se quitó su sortija de cuando se casó y preparó el molde para hacer un pastel con la calabaza y los pescados. Sin hacer mucho alarde de ello, ni exhibicionismo, lo cierto es que era una buena cocinera y sabía hacer combinaciones de sabores con mucho acierto. Su domicilio era una casita sencilla al lado de la costa. El rumor de las olas eran versos para sus oídos y el aroma que escapaba de su ventana, orientada al mar, era un reclamo infalible para cualquiera que pasará por allí. Su perro 'Colmillos' descansaba a la entrada de la cocina, levantando la vista cada vez que ella se movía de un lado para otro, sabedor de que en algunos de esos movimientos alguna vianda caería para sus fauces, siempre hambrientas de las golosinas que le pudiera caer del cielo. La mesa de la viuda Aitana Sánchez siempre estaba preparada para recibir a quién quisiera y siempre había alguien que se apuntaba a comer. Cuando ese día llegó Juan Mata a la hora de la comida, Aitana lo recibió con una gran sonrisa y le dio la gran noticia. Le enseñó el Predicto y Juan, emocionado, lloró. Aitana Sánchez nunca había estado casada, nunca tuvo hijos y con 75 años no podía quedarse embarazada, pero ella soñaba con que algún día podría ser.

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