Memorias de un desconcierto
domingo, 19 de enero de 2014
El guardaespaldas
El guardaespaldas ajustaba los prismáticos con una mano mientras con la otra sujetaba el bocadillo de calamares que le habían preparado los de la organización. El día era caluroso y por más que había buscado en la bolsa de picnic no había encontrado ningún tipo de bebida con la que acompañar el bocadillo, así que daba vueltas en su posición, en lo alto de una colina, y refunfuñaba mientras iba dándole bocados al bocadillo y notando como se le hacía una bola inmensa en la boca. 'Si tuviese que salir corriendo ahora lo tendría complicado con la boca llena de comida' pensaba por pensar algo y olvidarse de la sed que tenía. Se inclino a la sombra de un árbol y escupió la bola, mezcla de calamares, pan y saliva. Miró el reloj y vio que aún le quedaba un buen rato para acabar su jornada, nunca antes de después de cenar. De cenar al que cuidaba, que a él, con suerte, le darían otro bocadillo y capaces son de hacerlo de sardinas sin descamar visto el éxito del primero. Graduó los prismáticos que se le había desenfocado con tanto movimiento y se entretuvo en reseguir los cables de una línea de alta tensión que zumbaban cerca de él. Fue apenas unos segundos. Unos gritos le hizo girar rápidamente la cabeza hacía donde provenía el tumulto. La estrella de rock, por la cual estaba haciendo el servicio, corría despavorida seguida por un oso. La gente de la organización ya huían en los coches y nuestro rockero hacía sus agudos más intensos mientras agitaba los brazos y trataba de subirse a un árbol. Los pelos se le enredaba entre las ramas, al igual que a un ciervo se le enredaría la ornamenta de sus cuernos, pensaba el guardaespaldas que tenía aficiones zoológicas. El animal dejó de sentir interés por el melenudo y se entretuvo en comerse las viandas que habían quedado esparcidas por el suelo en la huida de la comitiva. Por más que nuestro guardaespaldas quiso prestar atención a como se encontraba el rockero, sólo pudo fijarse en una botella de agua mineral que tintineaba en el suelo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario