Memorias de un desconcierto
martes, 4 de marzo de 2014
Alzamiento hormiguil
Hoy llegaba tarde al trabajo y por lo tanto a paso apresurado para tratar de ganar esos minutos que en mi pereza al levantarme había perdido. Iba sudando, cayéndoseme unos goterones, que si alguna pequeña hormiga pasaba en esos momento por ahí, justo donde la gota contacta con el suelo, se habría pensado que el diluvio a vuelto. Claro que el tema del diluvio es un concepto humano y ella, en su condición de animalillo, se habría podido creer, más bien, que ha llegado a un lago que en sus delicadas antenitas no ha sido captado con la suficiente antelación. Vaya chapuza de reina tenemos, habría pensado, nacemos solo para trabajar y ni tan siquiera nos fabrica bien. No desesperes, le diría yo si en mi premura al caminar, debido a mi tardanza en la hora, hubiera hecho una pausa y descansado. Mal fabricados andamos todos, que si tuertos, cojitrancos, calvos, cariosos, verrugosos, sudorosos y miles de cosas más que nos achacan. No todas a la vez, aclararía con prontitud, no fuese a creer que este ser superior, que es la raza humana, es un cúmulo de taras, pero si unas cuantas, a cada cual la que la sabia naturaleza ha decidido dar. Supongo que se lo habría dicho, en un intento de filosofar con la hormiguita, con la nada despreciable intención de hacerle ver que no somos más que seres imperfectos. La hormiguita agitaría sus antenitas y cruzaría el lago de mi sudor con la destreza de un nadador avezado, saldría de él con ese caminar pesado que nos produce a todos el cambiar de movernos de un estado líquido a otro sólido, o gaseoso, que no sabría definir si nos movemos sobre tierra sólida o atravesando el liviano aire. La hormiguita, supongo, me ignoraría y seguiría su caminar y, a ratos, se secaría las antenitas mascullando cosas de no se que república y el fin de la monarquía. Pero yo no andaba para revoluciones, llegaba tarde y aligeré el paso y un sinfín de laguitos fueron quedando testigos de mi retraso. Otras hormigas caerán en ellos y, tan vez, sin habérmelo propuesto, haya sido el detonante de un alzamiento hormiguil.
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