En las fiestas de carnaval los mozos del pueblo cogen al señorito de turno. Lo sientan en una silla y lo llevan en marcha por todo la villa hasta la grieta que dejó marcado en el suelo el último terremoto y lo tiran dentro. Dicen los señoritos que es una fiesta bárbara, propia de una cultura subdesarrollada, pero lo cierto es que es muy antigua. Anteriormente se le subía a lo alto del campanario y era lanzado desde allí, pero ese terremoto dejó al pueblo sin iglesia. Es el apoteosis de las fiestas. Luego viene el baile y fin de las mismas.
Al día siguiente los señoritos se suelen reunir. Se quejan de esta costumbre primitiva y elaboran un nuevo programa de fiestas para el año que viene. Evidentemente quitan el paseo en silla.
Lo complicado es convencer a la gente de la conveniencia de quitar ese punto y siempre se encuentran con la oposición total del pueblo.
Es un pueblo atípico este donde yo vivo.
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